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<<<<…”Una brizna de aire movió su pelo encrespado, descubriendo sus ojos mirando al horizonte sin ver; la barbilla alta, el
semblante altivo sin señales que delataran sus heridas.
Desde el risco, con
el pie izquierdo adelantado sobre el
promontorio y su rodilla derecha hincada
en tierra, sin indicios de genuflexión ni de victoria, apoyadas sus manos en el
pomo de su espada clavada en el suelo, rezó”…>>>>
Iván cerró las tapas
del libro con el amor que ponen las madres al
arropar a sus hijos en las noches
frías de invierno; no quiso leer más, gustaba hacerlo de a poco y sentir en la piel las sensaciones de sus héroes
de ficción. Luego marchaba hasta el espejo de cuerpo entero de su baño.
En la imagen que le devolvía el cristal, podía verse tal cual él quería ser en
ese instante; la celada calada, con la visera en alto, peto bruñido sobre cota de malla, desde los guardabrazos hasta las espuelas no
había componente de su armadura que no sintiera como una prolongación de su
cuerpo.
Una gota de sangre cayó desde el ristre manchando la punta
del escarpe acrisolado; al agacharse
para limpiarlo, notó un dolor en el
costado que le puso en alerta; la hoja del mandoble de su enemigo, que a duras penas pudo esquivar, paso rozando
por su cabeza; tras una voltereta por el
suelo, Iván asió su espada y girando sobre su cuerpo, logró hincar la hoja de
acero templado toledano, por entre las
costillas de Solimán que cayó derrumbado
e inerte en el suelo.
Iván el Despiadado, como a él gustaba le llamaran, limpió la
sangre de su espada con la bandera del
reino de Solimán. Su inseparable espada, que reluciente a pesar de las innumerables
batallas, dejaba leer en su hoja “Evita el contacto con los ojos, en caso de
contacto aclárelos inmediatamente con agua. Ingredients: Sodium Laureth
Sulfate, …….".
- ¡Joder Iván! Que el váter no es para ti solo- exclamó dolorido su hermano.
- No será, pero no quiero que me molesten cuando
estoy con mis cosas.
- ¿Con tus cosas? ¡ Anda payaso ! Si tienes cuatro pelos, más
que una cuchilla de afeitar lo que necesitas es una goma de borrar.
- Ten cuidado no sea que te mees en el pijama de
la tunda que te dé
- Tú y ¿cuántos como tú? Iván el Velloso…Ja, ja,
ja….
-
¡Niños¡…¡La cena! Dejadme la ducha recogida, que parece siempre que han entrado
por allí los vándalos
©Giliblogheces
Música de acompañamiento :
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