que vio en mi una luz joven de ilusión.
Que me abrió su casa , su corazón
amable, su humor, su bondad serena.
Que me mimó, me regaló vida
y compañía en solitarias jornadas
al calor del brasero calentadas
de conversación correspondida.
Suspiran las hortensias pesarosas
los ovillos de hilo están llorando
los churros y torrijas resentidos.
Mas no olvidaré a la madre orgullosa
de su hijo.Y recordaré su voz llamando:
¡Qué judías buenas tengo, te convido!
©Giliblogheces
©Giliblogheces
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