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sábado, 6 de agosto de 2016

Se murió, una amiga D.E.P



Tengo una Mono-volumen de dieciséis años, (toda una adolescente), que compre cuando mis hijos eran pequeños, una de siete plazas, dos de ellas ocultas, el ideal de todo matrimonio joven con perro, con intención de llegar a parecerse a los Winslow pero en caucásico y sin desear tener a Steve Urkel merodeando.

Cuando la tan querida “caravana”, a similitud de otra utilizada  por la familia Ingalls , cumplía años, la finalidad de su uso fue cambiando paralelamente con su aspecto.

Interiormente transmutó los vetustos vestigios de manchas de papilla,  pis y vomito por otras nuevas de mayor relieve y diversas procedencias como yeso, cascotes, virutas, tornillos y pelos de animales.

Exteriormente su figura era consecuencia de lo que la Madre Naturaleza obró en su piel. Nunca pasó por cirugía estética alguna, sus arrugas más que por el paso del tiempo, fueron ocasionadas por la bisoñez de los “pequeños” que ahora ya tienen edad de conducir y por alguna que otra columna móvil del garaje (seamos justos) , pero que debido a su edad no merecían la pena ser reparadas. Las partes desconchadas de su chapa, en principio se disimulaban con pinceladas precisas de restaurador.

Esta “diligencia” nuca fue atacada por los Apaches, pero perdía poco a poco su brillo natural, y su dueño hundido en la pena ( sobre todo de intuir que debería gastarse los dineros en otro vehículo) la abrillantaba con unos de esos productos aceitosos que lustran por donde pasan.

!Qué resplandeciente quedaba ¡. Mas el aderezo resultaba fugaz,. el polvillo del camino se adosaba al liquido oleoso y texturizaba su piel a la manera de un Hipopótamo.

Pero su arrojo y valentía superaban con creces su aspecto. En sus entrañas cupieron innumerables muebles desmontables de nombres suecos impronunciables.

No quiero aburriros con su trabajosa existencia, tan solo, y en su honor os describiré sus últimos momentos de agonía por esta tan servicial vida:


En los últimos meses, y por la razón que no es de este capítulo, sometimos a nuestra querida protagonista a un esforzado trabajo de mudanzas y re-ubicamientos varios; libros mohosos, sartenes roñosas, cabeceros sin cerebro, vajillas huérfanas de platos, electrodomésticos sin kilómetros, botellas con posos, televisiones obesas, cadenas de música sin eslabones, recuerdos de toda una vida de no tirar por si llega el caso...... de retardar la fecha de su viaje al basurero ( ahora se llama eufemísticamente “punto limpio” ). Se porto, ni una duda, ni una queja, ni un ligero carraspeo que pudiera provocar tanto polvo.



Comenzando el verano , presento un cuadro de fiebre intensa que me hizo llamar a la “ambulancia”y llevarla hasta las puertas del “consultorio local” donde le esperaba su “médico de confianza”. Su enfermedad no parecía grave pero podría complicarse por la edad. Tan solo presentaba un cuadro de insuficiencia circulatoria que la hacía deshidratarse, lo que ocasionaba su alta fiebre.

Aunque la intervención fue rápida, el tiempo en el “hospital” fue más largo , y es que en estos tiempos de vacaciones, a todos los automóviles les da por hacerse sus revisiones pertinentes.

De nuevo vino a mis manos; eso si, cada vez vislumbraba en sus ojos la tibieza de su longevidad.

El pos-operatorio se hizo de una manera normal, sin esfuerzos, solo paseos ligeros sin someterla a excesivas jornadas de trabajo. Mas volvió la calentura; armado de valor y dándola a beber frecuentemente para aplacar su fiebre, conseguí llevarla yo mismo con mis manos  , hasta el “hospital”. Allí quedó de nuevo ingresada, la decisión del “doctor” fue tajante , era necesario realizarla un Bay-Pass.

Tan fácil como decirlo , al día siguiente de nuevo subida en el asfalto. Temeroso del resultado de la intervención, sus paseos se limitaban a dar vueltas alrededor del “hospital”; y la fiebre reapareció , el diagnostico era claro, su corazón empezaba a fallar.

A partir de entonces ya solo podría andar unos pocos minutos, pasados los cuales su corazón debilitado empezaría poco a poco a morir.

Yo no era capaz de verla parada en la acera, cargada de polvo, con escritos denigrantes en sus puertas que decían “lávala que no encoje”. Ese no podría ser su fin.


En su último día de vida, la cuñada que para eso está, para aliarse con la esposa y desviar sanas intenciones, decidió someterla a un último esfuerzo y sacarla el ultimo jugo de utilidad que aún le quedaba.

Con cuarenta grados a la sombra, obligada a ir por caminos terregosos, fue condenada como Jesús de camino al Calvario a cargar con su Cruz; una tinaja de mas de 100 Kg , una mesa y unas cuantas sillas que hicieron rechinar sus amortiguadores “artríticos”.

Ahí quedó, varada en el camino como una astillada patera en la playa, se intentó todo lo posible , lo que se pudo, y como último recurso se le aplicaron electrodos de reanimación que consiguieron llevara hasta la puerta de su casa donde expiró. 

Reposa ya , hasta que el forense venga a realizar el levantamiento de su cadáver.

Gracias por todo Zafira

  ©Giliblogheces


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