Aunque te despidas del desahuciado,
minutos después de su largo viaje,
plañendo en los hombros del negro traje
lágrimas ácidas , transfigurado.
Y te avecines al servil sumiso,
que ve en ti , al bienhechor inmaculado,
perdiendo ante la muerte, desolado
en desigual combate tan preciso.
Y aventes tu abnegación generosa,
y acojas encomiosos parabienes,
escuchando aclamaciones gloriosas.
Aunque entusiasmado acudes y vienes,
ideando crónicas fabulosas,
si la virtud te falta, nada tienes.
©Giliblogheces
©Giliblogheces
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