el espíritu tranquilo
que busca siempre tu asilo
y no despliega la mano
cubriendo claro, liviano,
el blanco pelo encendido
ante el amor perdido
entre la voz y tu beso,
convicto de amor confeso,
se corona en el olvido.
La soledad y la ausencia,
cuando no las necesito,
me redescubren lo escrito
en nuestra propia existencia.
De acuerdo con la conciencia
con suave toque ligero
del último y del primero
de los días, de los gozosos
junto con los dolorosos,
me dicen que sin ti muero.
©Giliblogheces
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