Llegué la última en regalo cautivo
a tu serrallo lleno de belleza.
Entre concubinas me sobrevivo,
esclava amorosa de tu vileza.
Asimilo rápido mi destreza,
ondulando cadenciosas caderas,
donde se fije tu erguida nobleza.
No quiero ser ya, solo la primera,
sino la única esposa que en tu harén existiera.
Servicial, dócilmente postergada,
cumplo fiel los caprichos infantiles.
Rebaño de cortesanas malcriadas,
amas con dueño, insalubres, hostiles,
avariciosas, cautivas, febriles,
por yacer una vez, ilusionadas
en alcanzar tus favores, pueriles.
Falsa ilusión de esposa enamorada,
realidad utópica, mentira repudiada.
Abeja que volando rutinaria
oteas el dulzor de una granada.
Innegable exclusiva propietaria,
después de verte dócil, silenciada
en fútil ilusión imaginada.
Al despertar , inspirado segundo
de atezada lucidez distanciada
del sueño húmedo, cálido, profundo,
ilustra iluminando, tu deseo furibundo.
©Giliblogheces
©Giliblogheces
Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar. Salvador Dalí |
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